Columna de Opinión: La aviación como motor de desarrollo

El pasado 12 de diciembre, se celebró el Día de la Aeronáutica Nacional, el cual es un día de celebración conjunta entre la Fuerza Aérea de Chile y la Aviación Civil de nuestro país. En específico, celebra una fecha en los albores de la aviación en nuestro país, constituida por el primer cruce de la cordillera de Los Andes, desde Chile a Argentina, por el piloto Dagoberto Godoy, en 1918.

Para contextualizar esta hazaña, hay que referirse brevemente al contexto de la aviación en esos días. El primer vuelo controlado, hecho por los hermanos Wright en 1903, fue una demostración tecnológica revolucionaria, que, sin embargo, no fueron más de algunos metros de vuelo real controlado. La evolución de la aviación estuvo en la mano de las fuerzas armadas del mundo, siendo primero utilizados como aviones de observación, para luego evolucionar a aviones de combate. Los logros y las leyendas que surgieron de la Primera Guerra Mundial pavimentaron el camino a un desarrollo tecnológico frenético. Para poner en contexto, las aeronaves de esa época eran de tela y madera, con la cabina abierta y sin protección. El piloto iba usualmente sentado sobre el depósito de combustible, el cual no era a prueba de fugas, el uso de paracaídas no era universal y no tenían presurización, cabinas aclimatadas ni oxígeno, factores vitales en el vuelo en altura. La velocidad máxima rara vez superaba los 180 km por hora.

Dagoberto Godoy nació en 1893, en Temuco y fue criado por sus tías maternas luego de quedar huérfano a los 2 años. A pesar de los deseos familiares de seguir una carrera en el sacerdocio, Dagoberto decide enlistarse en la escuela militar, y más tarde, en el Servicio Aéreo Militar; la fuerza aérea en esos tiempos no existía como rama independiente. Conocido en el servicio por sus habilidades para el vuelo, el Teniente Godoy solicita permiso y es autorizado para intentar la hazaña de cruzar la cordillera de Los Andes. Dicha hazaña enviaría un mensaje, del posicionamiento de la aviación en Chile, de la superioridad área de nuestro país y la posibilidad de soñar en rutas para mejorar la conectividad entre países.

El avión seleccionado para dicha hazaña fue un Bristol M1c, un diseño poco convencional para la época, un monoplano y considerado algo peligroso en su manejo. El 12 de diciembre de 1918, Godoy levanto vuelo desde El Bosque, con destino al campo Tamarindos, en Argentina. La hazaña, la realiza a una velocidad de 180 km por hora, a 20.000 pies de altura, sufriendo los efectos del frio extremo y de la falta de oxígeno, tomando como referencia al volcán Tupungato. Al avistar la ciudad de Mendoza, inicia el descenso, pero por falta de combustible decide aterrizar en un campo abierto, en donde el avión se estrella contra una alambrada y el piloto recibe una concusión por el impacto. Sin embargo, la hazaña esta cumplida y a su regreso a Santiago, es recibido con clamor popular. El cruce, será replicado más tarde por varios pilotos y pavimentará el camino para la consolidación de la aviación militar nacional y el desarrollo de los vuelos civiles, tales como la Línea Aeropostal y la Línea Aérea Nacional (LAN).

En nuestra región, en 1945 se inauguraron las primeras rutas entre Punta Arenas, Puerto Natales y Tierra del Fuego, y en 1956, LAN fue la primera en sobrevolar con un vuelo comercial, la Antártica.

Cuando volamos en un vuelo comercial y vemos por la ventana la cordillera, cómodamente en un avión con butacas a 30.000 mil pies de altura. La hazaña de este joven piloto se toma desde otra perspectiva. Saludamos a los descendientes de estos pioneros, que en la actualidad defienden nuestro espacio aéreo y conectan destinos, nacionales e internacionales a nuestros ciudadanos.

Luis Barrientos Saldivia, Subdirector de sede CFT de Magallanes

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