Columna de Opinión: Aprender desde el fin del mundo: Inteligencia humana, inteligencia artificial

Desde el extremo austral de Chile, donde el viento parece escribir sus propias lecciones en el paisaje, la educación enfrenta hoy un desafío tan grande como el territorio mismo: cómo integrar la inteligencia artificial sin perder la inteligencia humana que nos define como comunidad.

En Magallanes, hablar de tecnología nunca ha sido sólo hablar de máquinas. Es hablar de distancia, de esfuerzo y de oportunidad. Cada estudiante que se conecta desde un pueblo remoto, cada docente que innova desde su aula o desde su casa, representa un acto de resistencia frente al aislamiento. Y hoy, con la irrupción de la IA, ese acto puede transformarse en una nueva forma de libertad.

La inteligencia artificial no viene a reemplazar a las personas, sino a amplificar lo que somos capaces de crear y aprender. Pero su valor real dependerá de cómo la usemos. Si logramos enseñarle a nuestros y nuestras estudiantes no sólo a usarla, sino a entenderla, cuestionarla y ponerla al servicio de su territorio, habremos dado un paso histórico en la educación del sur del mundo.

El CFT Estatal de Magallanes y la Antártica Chilena ha asumido este desafío con la convicción de que la tecnología no debe homogenizar, sino diversificar las formas de aprender. Desde nuestras aulas, virtuales y presenciales, la IA se convierte en una herramienta para personalizar la enseñanza, potenciar la creatividad y conectar saberes locales con el conocimiento global.

La IA desempeña hoy un papel fundamental en la transformación educativa, ofreciendo herramientas como chatbots o sistemas de recomendación que contribuyen a la personalización del aprendizaje.

En este sentido, la adaptabilidad y eficacia del proceso educativo se ve mejorada gracias a la capacidad de la IA para analizar datos, personalizar estrategias de enseñanza y evaluar el rendimiento de manera individualizada. En este nuevo modelo educativo, el docente asume un rol de un facilitador y orientador del aprendizaje, aprovechando la capacidad de la IA para crear experiencias educativas más personalizadas y efectivas.

Sin embargo, no hay que olvidar que el futuro no se construye con algoritmos, sino con propósito.

No basta con enseñar a usar la IA: debemos enseñar a pensar con ella sin dejar de pensar por nosotros mismos. La verdadera inteligencia seguirá siendo la capacidad de empatizar, de crear sentido, de mirar a otro ser humano y reconocerlo como parte de un mismo aprendizaje.

Desde el fin del mundo, donde cada conexión es un pequeño milagro, la educación tecnológica se convierte en un acto de esperanza. Porque si algo nos ha enseñado vivir aquí, es que la innovación no necesita grandes ciudades, solo grandes convicciones.

Y Magallanes tiene muchas.

David García Alveal, Coordinador Unidad de Tecnologías para el Aprendizaje CFT de Magallanes

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