Columna de Opinión: Turismo con sentido, formar para habitar y proteger Magallanes

En cada sendero que surca la pampa, en cada casa de madera que resiste los vientos del estrecho, en cada vellón de lana en manos de un artesano o artesana, hay una historia que contar. Magallanes no sólo es un destino turístico; es un territorio habitado, una memoria viva y una promesa de futuro.

El 27 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Turismo. Esta fecha nos invita a preguntarnos ¿qué tipo de turismo queremos para esta región? En el CFT de Magallanes, la educación técnica se convierte en una herramienta para la construcción de un turismo con sentido. No se trata sólo de formar operarios/as turísticos/as, guías o técnicos/as hoteleros/as. Se trata de formar personas conscientes de su rol en un ecosistema social, cultural y natural que necesita cuidado, interpretación y pertenencia.

El turismo puede ser depredador o regenerativo, puede invisibilizar o revelar e, inclusive, reivindicar. La región necesita profesionales y técnicos que entiendan que el ecoturismo, la sustentabilidad, el respeto por las culturas originarias y las costumbres locales no son un discurso vacío, son pilares fundamentales sobre los que debe erigirse una nueva forma de comprender y ejercer el turismo.

El turismo patrimonial, ese que honra los oficios invisibles, las tradiciones ganaderas y las leyendas fueguinas, debe abrirse paso ante el turismo fugaz de selfies y souvenirs. El turista que llega a la Patagonia no busca lo que ya conoce: busca autenticidad, conexión, contemplación y silencio.

En el silencio, muchas veces cotidiano para quienes aquí habitamos, está la verdadera belleza. En el arrebol de un atardecer encendido sobre el mar, en el gesto compartido del mate, en el olor a leña que anuncia el calor de una cocina de campo, en la ronda familiar junto a una sopaipilla recién frita. Hay belleza en la quietud de una montaña cubierta de nieve, en el verde tímido de una huerta protegida del viento, donde se cultivan hortalizas que acompañan al cordero magallánico. La belleza también habita en los corrales, donde la trashumancia no es espectáculo, es una forma de vida.

Ese Magallanes cotidiano también es turismo. Un turismo que se contempla, y que se admira sin invadir. Uno que se detiene a mirar cómo el paisaje se pinta de dorado en otoño o cómo el viento da forma a los árboles. Éste es el turismo que la región necesita; el que reconoce en lo pequeño, un tesoro cultural.

Formar técnicos/as con arraigo, que hablen de la pampa y del viento con conocimiento y emoción, es una forma de cuidar el territorio. El CFT de Magallanes tiene en sus aulas la semilla de una nueva forma de habitar el turismo; una que no destruye ni folkloriza, sino que valida, protege y transforma.

Hoy conmemoramos el turismo, sí; pero celebremos reconociendo la posibilidad de construir un turismo justo y con sentido identitario donde la comunidad no sea un decorado, sino protagonista; uno que no archive los saberes locales, sino que los transmita y reconozca. Construyamos un turismo donde cada estudiante técnico/a sepa que está siendo parte de algo más grande: el cuidado de un territorio que es único en el mundo, porque está vivo.

Guadalupe Jaime Herrera, Coordinadora de Carrera TNS Ecoturismo y Sustentabilidad CFT de Magallanes

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